martes, 15 de enero de 2013

Carta de la arena, para el mar.


Cómo es que hemos estado siempre tan cercanos,
hechos del mismo polvo,
de las mismas pisadas,
del mismo atardecer que nos dio luz.

Te tuve tan cerca siempre, a sólo un respiro,
te pensé en azul,
te soñé día a día, perdurable en mi pernocte,
aguardé tu toque mágico sobre mí.

El silencio nos encuentra en el bullicio,
el viento te mece hacia mis límites,
las nubes se regocijan al vernos adyacentes,
al fin te tengo, al fin me tienes.

Coincidimos en esta playa para ver a los transeúntes,
para amar los inviernos y esperar los veranos,
para sentir el vuelo de las gaviotas,
para unirnos en cada vaivén de tus aguas.

Nunca tendré a alguien como tú,
con tu locura de luna,
con tus deseos imparables de rebeldía,
con tu forma de empapar mis orillas con tus besos de sal.

Te besaré perdidamente en cada ola,
por mis huellas pasará tu fresca brisa,
estaré a tu lado desde el norte hasta el lejano sol,
nacimos el mismo día, lo sé.

Te escribo al crespúsculo,
te extrañaré como lo hacen los hombres,
te rozaré con las estrellas,
y te tendré a mi lado, por siempre.