no es para alistar maletas
con paradigmas
o conversaciones bizantinas.
Todo lo contrario,
es para llenarlo de una noche
llena de pedazos oníricos,
aromáticos, sempiternos,
de kamizes mentales
empapados de tu partida.
Nunca será tarde
si la noche es indeleble
en trazos estrellados
de esos tus sacros labios.
En algún momento perdido,
te beberé de un trago,
no te veré,
pero estarás dentro mío.
No vuelvas Genoveva,
con tus lágrimas secas de cardos,
hazte mi cielo,
y quédate en mi poema.
Entonces nos callaremos,
cuando la inmensidad de la noche
acabe
y el cielo vanila asome,
nuestros cuerpos serán dos
de nuevo.
El adiós inminente,
el nefasto vacío,
el espacio en mi pieza,
tu mirada en el recuerdo,
el barro en mis ojos
y palabras que dicen
“ya es tarde”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario