Una película sobre excesos, adicciones
y la podredumbre humana. Requiem por un
sueño (2000) del director norteamericano Darren Aronofsky ha causado en mí muchas sensaciones que sólo las
cinematografías podrían hacer. El uso de onomatopeyas, cambio de escenas
fugaces, imágenes crudas, la oportuna banda sonora y las estupendas actuaciones
de Jared Leto, Jennifer Connelly y
la nominada al Oscar como mejor actriz, Ellen Burstyn; hicieron posible
que los pelos del brazo (los pocos) se me ericen y muerda fuerte en cada escena
impactante. Brutal e impactante, precisamente así la catalogan los críticos por
su rudeza, crudeza e imágenes de hechos reales.
Este film nos muestra lo terrible que pueden convertirse ciertos sueños
banales tales como aparecer en la televisión, estar delgada y ser rico, cosas
que si bien podrían hacernos felices un tiempo no terminarían de consagrar
nuestra vida eternamente. Las drogas en un mundo sin mayores aspiraciones
terminan destruyendo grandes mentes, y en este caso, terminan acabando con la
integridad física, con la libertad y contribuyen a la prostitución más baja que
pueda existir.
Aranofsky termina diciendo gráficamente que los humanos podemos caer tan
bajo por obtener lo que queremos sin importar cuán asqueroso sea lo que
queramos o cuan caro podamos pagar por estas cosas que no traen más nada que
efímeros momentos.
Por las sensaciones causadas esta noche de domingo, le doy a la película
un 8 sobre 10.
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