los dolores en mi inocua memoria que por años llevaron tus dulces a mis manos.
Te extraño en tu espacio calado por tus pasos de noche
y tus saltos de día.
A la vida ingrata que me quita el crucigrama,
enredado de humor y refranes de nata.
En mi taza de café a la que no doy cucharadas
te encuentro preparando los dulces de tu madre y cocinando siembre bandejas de anfitriona.
A la vida ingrata no le digo más nada,
ya me va pidiendo lo que aún no le debo,
mis días de playa y mañanas a lomo de yegua alazán con cuadras blancas pintadas.
Me pierdo en la extensa puna de oro y plata.
A la vida ingrata mis nietos le temen,
pero a ellos les digo que lo mediten siempre.
Paciencia y humor les dejo al doblar la curva,
espero que el Señor Paciente a mí, y a mi eterno amor, nos recoja juntos
para no dejarle nada a la vida ingrata.
In memoriam
José Deza Jaén
1927 - 2011
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