La calles brillan por los charcos alumbrados por semáforos monocromos.
La gente no pisa las huellas de las bicicletas por miedo a ser llevadas por ellas.
En las carceletas los esquizofrénicos pelean por su libertad cuando su verdad es la locura.
Luces sepia alumbran los pecados y desconsuelos de cucufatas olvidadas.
La última noche no llovió, mi teléfono celular no sonó y no volví a saber de ti.
Podrido con dos fichas en el bolsillo consagro mis pasos a la vereda parchada.
Mercaderes informales con multas e impuestos sin pagar ofrecen sus estropajos
Me intoxica pensar en que volverás, que de nuevo me amarás. Tan solo una idea efímera.
Llego al hotel, gradas suben, puertas se abren y timbres suenan. Consumido.
Me ahogo entre mis sábanas, muero a mi almohada, me inspiro y espero recuperarte.
Ahí estas! me encanta besarte, caminarte, tocarte, pensarte, amarte. Eres mía
Saldremos de la ciudad y nos detendremos en ese paisaje que te encanta para ver el ocaso.
Dejaré que elijas por mi, que tu deseo sea el mio y mis sueños guíen tus manos.
Me despierto. Estiro mis brazos y solo tomo el vacío, me engaño, me ignoras.
Prefiero aquella pesadilla con el perro mordiéndome la canilla. Necesito dormir.
Me levanto, el día empieza, esquivo tus pensamientos y sigo adelante. Me engaño.
Octubre 2010.
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